Paradojas de la vida pública

Artículo de opinión publicado el 8 de febrero de 2010 en el diario ABC edición Comunidad Valenciana:

Confieso que desde muy joven, coincidía en gran parte con el ideario del Partido Popular. No obstante, no decidí afiliarme hasta el año 2006.

Algunas labores de voluntariado me ayudaron a comprobar que darse a los demás sin pensar en uno mismo, aporta buenas dosis de felicidad; sin embargo, en el servicio público, trabajar por los demás, es decir, por el bien común, puede ser realizable día a día.

Aunque los sondeos del CIS ya muestran la preocupación de la sociedad por los políticos, mis mejores encuestas son las que hago yendo a cuatro bares de mi pueblo y hablando con las personas de la barra o que me cruzo en el camino. Y es cierto, la imagen de los políticos actualmente no es muy buena, o por lo menos, la deseable.

Pienso que generalmente, un ciudadano se preocupa mas por quien le gobierna cuando le tocan el bolsillo. Y como la «cosa» parece que no mejora, la inquietud aumenta.

El político puede hacer el bien o el mal. Lo negativo es que cuando hace el mal, repercute en el bien de muchas personas. Y el mal que se está produciendo últimamente, provoca que haya un sentimiento genérico de que los políticos «somos todos iguales».

Ante esa expresión, indicar que la vida pública es una imagen fiel a la sociedad actual, es decir, que ni mejor ni peor a las cosas que pasan en la vida real.

Por lo tanto, usted (ciudadano), si no le gustan como funcionan las cosas, afíliese al partido político con el que más se identifique. Es lo que me dijeron a mi hace cuatro años (por que también era crítico), y aquí estoy.

Adrián Ballester
Director de Juventud de la Generalitat
www.adrianballester.es


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